lunes, 13 de septiembre de 2010

Encender una vela o maldecir la oscuridad

Es curioso cómo el fútbol llega a alterar el estado de ánimo de un individuo. El domingo a las 17:00 horas me sentaba en la localidad que llevo ocupando orgullosamente desde los últimos cinco años, y en ese momento dudo que hubiera muchas personas más felices que yo allá por Eduardo Ibarra, puesto que después de casi 4 larguísimos meses iba a volver a ver jugar a mi equipo-lo de la Roja y el Mundial ha estado muy bien, pero esto era lo que yo estaba esperando- del cual, aun con todo lo que ha sucedido este verano, mantengo que se salvará, y con menos sufrimiento que el año pasado. Y sin embargo, apenas media hora después... el esperpento, el ridículo, la mofa y la befa más solemnes, un dantesco espectáculo por momentos incluso surrealista. Un sainete, una dolorosísima verbena que tuvimos que padecer los allí presentes. Y lo peor a mi juicio no fueron los cinco goles encajados, ni la pañolada, ni los gritos de "fuera, fuera", ya que desgraciadamente esto último nos es muy familiar de un tiempo a esta parte. La peor sensación, con mucho, fue contemplar cómo todo el mundo se resignaba, se tomaba a risa lo que estaba viendo, porque no les quedaba otro remedio. Ese es el verdadero peligro. Esa indiferencia, ese bajar los brazos a las primeras de cambio. Porque todos sabemos cómo afectan las dinámicas negativas a este equipo, algo que ninguno de los muchos entrenadores que han pasado por aquí en los últimos años ha sabido remediar, y dónde desembocan.
En tardes como la del domingo es difícil ser optimista. Yo, pese a todo, quiero intentarlo. Siendo perfectamente consciente que la actitud de Leo Franco fue, siendo benévolo, muy poco profesional; debería redoblar sus esfuerzos inmediatamente si de verdad se considera capaz de vivir de esto, aunque sólo sea por la vergüenza torera de ser una de las fichas mas altas de la plantilla. Siendo también consciente que la defensa, cuya columna vertebral es la misma de la brillante segunda vuelta del año pasado, es ahora un problema muy importante, por inesperado(prácticamente era la única línea reconocida por todos como sólida), por frágil(todos sabemos lo que nos va a costar encontrar juntos a los teóricos titulares a lo largo del año, bien sea por lesiones o por amonestaciones) y porque las últimas incorporaciones dedicadas a la zaga aún no se conocen y necesitarán un lógico tiempo de adaptación y compenetración. Pues aún con todo eso, con la manita en media hora y todo lo demás, hubo algo, una chispa, la chispa de la esperanza, el clavo ardiendo al que debemos agarrarnos si queremos salir adelante: el juego de asociación en tres cuartos de campo. Duró poco, apenas veinte minutos, antes de verse arrastrado al limbo por el bochorno del resultado, pero fue-¿estaré siendo demasiado condescendiente?- brillante.
Brillante porque si nadie esperaba ver a Contini comportarse como un central de Regional, menos gente aún esperaba ver unas transiciones tan rápidas, un entendimiento tan preciso... en definitiva, algo que ya hacía partidos que no se veía: el jugador en posesión del balón tenía SIEMPRE una opción de pase cercana, un compañero tirando un desmarque... alternativas. Brillante fue, durante ese pequeño lapso de tiempo, la línea de tres Jorge López-Ander-Bertolo.
Intento ser crítico con Jorge López, porque realmente lo merece, puesto que es lamentable que un jugador que atesora tanta clase se borre con tanta facilidad cuando la exigencia física aumenta, pero cuando el juego pasa por sus botas y le favorece, como ayer... bueno, uno sólo puede sentarse y admirar el duende que le acompaña. Desde luego en esta plantilla ningún otro tiene a su alcance realizar como hizo él en un momento puntual, con un único toque, un control orientado y un regate a la vez. No pude fijarme cuál de los defensores del Málaga era el que tenía delante en ese momento, pero desde luego le hizo mella. Ay, Jorge, si tuvieras un poquito más de casta...
De Ander, más que destacar su juego, prefiero dejar claro lo que pienso: disfrutémosle mientras siga con nosotros. Es una barbaridad lo que ha progresado, a una visión de juego y técnica innatas le ha sumado un control de balón excelso-no quiero parecer exagerado, pero cuando pisa y retiene la pelota, y da la vuelta sobre sí mismo para proteger la posesión me recuerda a Xavi-, regate y últimamente incluso llegada, es lo que tiene pertenecer a una gran generación de futbolistas y compartir vestuario con ella en la Sub-21. Ahora mismo es nuestro plus y nuestra referencia en el campo, así que lo dicho, aprovechemos para poder decir en unos años que le vimos en sus comienzos, porque está claro que de seguir con ésta progresión, acabará en un grande.
¿Y Nico Bertolo? Qué hallazgo. No voy a descubrir ahora mi pasión por el típico interior argentino, ese que es canchero, gambeteador, incisivo... cualidades que reúne de sobra Nico. Ya contra el Depor fue el mejor del partido, y en éste último desde luego fue destacable la compenetración que mantuvo con Obradovic, a quien por cierto mucho se le ha criticado, pero yo creo que subió la banda de forma sobresaliente.
Tema aparte es el caso de Marco Pérez. Me parece que no se está siendo justo con él, necesita tiempo para adaptarse y la presión de la tarea goleadora que se le ha encomendado es muy grande. Démosle tiempo, ya quedó claro frente al Málaga: al principio no encontraba su sitio, pero con el paso de los minutos se afianzó, comenzó a ser útil para sus compañeros y acabó anotando. Estoy convencido de que los goles importantes, los que valen puntos, llevarán su sello.
Quizá todo esto es ser poderosamente optimista. Es posible que la confianza ciega que tengo en mi equipo me lleve a no ser imparcial, pero creo que hasta de las derrotas se debe sacar algo positivo, y no cabe duda de que este carácter ofensivo fue, junto con el resultado, la mayor sorpresa del partido. Cualquier persona que lo viera lo puede corroborar. Así que tengamos paciencia, al fín y al cabo estamos en la segunda jornada; trabajando la solidez atrás, si alcanzamos el nivel de aquellos veinte minutos podemos poner en serios aprietos a casi cualquiera. Esperemos que sea así, y que dentro de unos meses recordemos el accidente del domingo sólo como una anécdota.